Nosotros nos alojábamos en un hotel en pleno Waterfront, os recomiendo el salir por la noche por esa zona, a pesar de que Ciudad del Cabo es una de las ciudades más peligrosas del mundo junto con Johannesburgo y Mexico DF, dentro del Waterfront no vais a tener el más mínimo problema, está todo muy vigilado y la verdad es que te quedas con una sensación de seguridad que es muy importante.
Si queréis un restaurante donde cenar, desde luego os recomendaría el Green Dolphin con música de jazz en directo.
Al día siguiente nos teníamos que levantar temprano ya que cogíamos el coche para dirigirnos a la zona de los viñedos de la zona de Franschhoek. Mientras conducíamos vimos un fenómeno natural que allí indica que se acerca el verano, son unas formaciones de nubes que pasan por las montañas y justo al pasarlas desaparecen.
Todos los viñedos se pueden visitar, aquí nos dijeron que las cepas originariamente las trajeron de Francia y fueron mezclandolas con otras de la tierra hasta que han dado con una cepa que es exclusiva de aquí, los enólogos seguro que os lo podrían explicar mejor, pero así tenéis la primera piedra puesta.
Entre un viñedo y otro pudimos visitar una granja de recuperación de animales salvajes especializada en los guepardos. Allí pude cumplir un sueño que fue poder tocar a un guepardo, en particular este de la foto. Ronronean igual que un gatito, pero a la mínima que algo les pone nerviosos se giran como una centella y te sacan la zarpa. Afortunadamente mientras estuvimos con el guepardo nada le puso nervioso.
Los viñedos quedaban atrás, volvíamos a la falda del Table Mountain donde está Ciudad del Cabo, a la mañana siguiente nos esperaba el Cabo de Buenaesperanza.