miércoles, 26 de noviembre de 2008

Polinesia - Bora Bora

A 260 Kms. de Tahití, los montes Otemanu, Pahia y Hue brotan en medio de un inmenso lago tan solo a un paso. La Isla de Bora Bora (10 Kms. de largo y 4 de ancho) toda cubierta de verde contrasta con el azul y turquesa del lago. Continuamente estaremos hablando de lagos, en realidad son lagunas interiores que forman las barreras de coral. Se dice de la laguna de Bora Bora que es la más bella del mundo, Bora Bora es la perla de La Polinesia.Por fin llegamos a la última isla del viaje, la ansiada y esperada Bora Bora. Ya desde el aire se ve lo increíble que es, una piscina en medio del Océano Pacífico. Las diferentes tonalidades de azul se observan a la perfección, junto con la única entrada que tiene el mar a la laguna. Bora Bora está rodeada por un arrecife de coral que hace que sus aguas sean como una balsa de aceite.
Aterrizamos en un Motu, que son las islitas que rodean a la principal, justo al lado del arrecife.
Bora Bora tiene playas de arena coralina, sin olas, bañadas por un mar de tintes exquisitos. Estas playas se ubican en los motu del arrecife y, en la isla central, en el sector de Matira.
El traslado al hotel evidentemente se hace en barco, nos dirigimos a Matira Point.
El hotel realmente fantástico, hicimos el esfuerzo de alojarnos en un bungalow sobre el agua. La verdad es que vale la pena hacerlo en Bora Bora.
Lo primero que hacemos es darnos una vuelta por el hotel para localizarlo todo. Seguidamente vemos que el hotel tiene un recinto vallado y detrás de esas vallas se encuentran un
montón de animales.
Pero pensé que mejor que verlos desde detrás de la valla, era mucho mejor verlos dentro de la valla y allí que me metí.

Tortugas, peces de colores, una manta y un tiburón pequeño era la fauna que había en la pequeña piscina del hotel y lo mejor es que dejaban bañarse con estos animales. Las fotos subacuáticas las hice con una cámara de esas de usar y tirar.
Tras el remojón seguimos viendo los alrededores del hotel, y en la recepción nos encontramos con una improvisada fiesta.

Tras la fiesta, decidimos darnos una vuelta por la capital de Bora Bora, Vaitape. La aldea principal no es lo más llamativo de la isla. En su única calle encontrará almacenes, tiendas, bancos, un centro artesanal y el muelle de las naves que van al aeropuerto. Incluso tienen un cajero automático !!!!


Después de hacer unas compras, volvimos al hotel donde preguntamos algún lugar donde cenar y nos recomendaron el Bloody Mary's, cena no muy cara a base de pescado y marisco, muy bien decorado y como todo en la Polinesia con muchísima amabilidad.

El primer día tocaba a su fin.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Polinesia - Moorea

Moorea es la isla de más fácil acceso desde Tahiti. Apenas 18 km de mar las separan. Desde la costa de Tahití se ve Moorea.
Nosotros cogimos un avión de Air Tahití que en apenas 7 minutos hace el vuelo. También se puede acceder a Moorea a través de Catamaranes, donde la travesía dura unos 30 minutos o en el Ferry que es la opción más económica, aunque claro tardas mucho más, alrededor de 1 hora.
Una vez dejado el equipaje nos ponemos a visitar la isla. Al ser bastante más pequeña que Tahití en un rato le puedes dar la vuelta en un coche.Cumbres de formas caprichosas y valles escarpados caracterizan a Moorea. En la costa norte, dos profundas bahías (Cook y Opunohu) penetran como fiordos en el macizo montañoso. Y es justamente a lo largo de esta costa norte que se ubican la mayoría de los hoteles y sitios turísticos.
Moorea tiene playas de arena coralina y es tal vez la isla con mayor riqueza cultural: artesanía, tatuajes, espectáculos folclóricos, galerías de arte.
Moorea es una de las islas con mayor belleza y vale la pena recorrerla. Un camino pavimentado circunda la costa (60 km). No existe servicio de transporte público pero si te alojas en un buen hotel, no hay porque preocuparse ya que existe un servicio de taxi privado del hotel.
Después de un primer contacto con la isla nos fuimos a descansar y a disfrutar del hotel, que en estos sitios también vale la pena hacer el vago.
Acabada la tarde tumbados a la bartola y tostándonos al sol, decidimos ir a cenar a un restaurante típico polinesio. Nos dirigimos a la recepción y preguntamos un realmente bueno y que no fuese turístico. Nos aconsejaron Chez Pierre, Lo he buscado por internet y no sale, no se si porque ya no existe o porque era tan auténtico que ni siquiera tiene página web.
El restaurante era una cabaña donde paredes y techo eran de hojas de plátano. Allí degustamos una cena típica polinesia hecha en el horno. La cocina polinesia está cocinada envuelta en hojas de plátano y con leche de coco y luego la tapan con mantas y la cubren de arena. Todo tiene que estar muy bien envuelto para que luego al degustarlo no nos encontremos masticando parte de carne y parte de arena.
Allí degustamos el pan de plátano, el cerdo con salsa agridulce, pescado marinado, licor de piña. Todo tiene un sabor afrutado ya que allí las frutas son elementales para la cocina.

Al día siguiente nos decidimos a hacer una excursión por toda la isla para que nos enseñasen todo. Existen varios operadores que hacen excursiones de un día y vale la pena. Nuestro 4x4 estaba preparado para la acción. La primera parada fue la bahía de Cook. Desde allí se ven los escarpados picos volcánicos, entre éstos el Mouaputa, horadado en la cima, el Mouaroa o Diente de Tiburón y el abrupto Rotui.Después fuimos a ver la bahía de Opunohu separada de la anterior por el monte Rotui, es mucho más tranquila y despoblada, conservando su encanto natural. Más tarde nos adentramos en el interior para ir al mirador de Belvedere, donde podemos observar las dos bahías. Tras el mirador nos fuimos a ver la aldea de Pao Pao, donde se puede ver el mercado, tiendas y restaurantes y luego nos llevaron a degustar los típicos licores de frutas en una destilería. El mejor sin duda el de piña. Moorea es el principal productor de piñas enanas de toda la polinesia.
La guinda del pastel iba a ser la caminata a la cascada Afaeraitu a la que se accede por una subida pronunciada tras una hora y media. La cascada es bastante alta pero no lleva demasiada agua. Pero igualmente uno no podía dejar pasar la oportunidad y allí que me bañé.
Después de la cascada hicimos un último alto en el camino para ver la playa de Temae, está cerca del aeropuerto y es quizás la más bonita de Moorea, está entre las dos bahías y tiene bastante coral, pero predomina el azul turquesa del agua.
Se acababa el día, pero nos quedaba otro para disfrutar de la isla y de sus playas. Os recomiendo una cosa que no pudimos hacer y es nadar con los delfines, esto lo hacen en el Moorea Dolphin Center, en el Hotel Intercontinental. Se necesita reservar con tiempo ya que está siempre lleno, como nosotros nos dimos cuenta tarde pues nos tuvimos que fastidiar, pero si algún día vais a esta maravillosa isla no os lo podéis perder.