miércoles, 31 de diciembre de 2008

FELIZ 2009

Ya ha pasado todo un año.

Ha sido un año difícil, por no decir muy difícil, nuestra bolsa se ha hundido como el resto de las plazas mundiales y nos hemos dejado más de un 40% en el camino.
La crisis ya ha empezado ha dejarse ver en la vida cotidiana, paseando veo mucha gente pero pocas bolsas de compra, los comerciantes han adelantado las rebajas para ver si salvan el período navideño y las perspectivas para el año que entra no son mucho mejores.
Paro en aumento, datos macroeconómicos malos día si, día también. El futuro no parece muy halagüeño, aunque la esperanza sea lo último que se pierde.

Ante tanta desgracia por lo menos nos hemos ido de viaje por unos cuantos continentes, aunque sea virtualmente, desde que empecé el blog hemos estado en los 5, solo nos quedaría ir de viaje al continente helado, pero eso todavía no ha sido posible, aunque esté dentro de mis planes.
Espero que os haya gustado esta andadura, y que por lo menos haya servido para evadiros durante unos instantes de todas las malas noticias que hemos sufrido este 2008.

Durante el 2009 seguiremos al pie del cañón para irnos de nuevo a visitar algunos países que todavía no hemos tocado, la tarea que me espera será un poco pesada, ya que esos viajes son de algún tiempo cuando no había cámaras digitales, con lo que tendré que pasar las fotos de papel a formato digital, pero lo daré por bueno si con eso nos podemos evadir durante un ratito y no pensar en los problemas diarios que nos afectan.
Seguramente volveremos a visitar varios continentes, pero mejor no os lo explico, mejor lo vais viendo a medida que avance el año.

Mis mejores deseos para todos los que leen este blog y espero que el 2009 sea un año lleno de felicidad y salud, porque lo que es el apartado económico lo tenemos crudo todos.


FELIZ 2009 !!!!!

jueves, 11 de diciembre de 2008

Polinesia - Bora Bora 2

Nuestro segundo día en Bora Bora comenzaba temprano, habíamos decidido el día anterior hacer una excursión recorriendo la isla en barco.
En la excursión íbamos a ver algunos Motus, y llegaríamos cerca de los arrecifes para visitar a las Mantas y luego dar de comer a los tiburones. Si como leéis íbamos a dar de comer a tiburones.
Evidentemente no os penséis que son tiburones blancos como los de Sudáfrica. Son tiburones mucho más pequeños, pero no dejan de medir entre metro y metro y medio.
Como estaba un poco excitado ante la posibilidad de dar de comer a un bicho con dientes de sierra, me levanté temprano y decidí empezar el día dando de comer a los peces de colores de mi bungalow, para ir cogiendo confianza más que nada.
La hora llegaba y nos subíamos al barco para ir a uno de los Motus que rodean la polinesia. Nuestro guía era un nativo de uno de esos Motus y fuimos a ver donde vivían sus padres. La Isla principal quedaba ya a lo lejos.
Llegábamos a nuestro Motu, y empecé a charlar con nuestro guía. El tío había nacido en Bora Bora, se marchó a estudiar a Anaheim en los USA, después estuvo 3 años en Italia, luego se recorrió Europa trabajando, y un buen día pensó, que estoy haciendo? Me vuelvo a mi casa que es donde mejor se está, y allí estaba tocando el ukelele en las fiestas del hotel y haciendo de guía turístico.

Desde el Motu se ve la maravillosa isla principal.

Dejamos el Motu y nos dirigimos hacia los arrecifes, la primera parada en ellos es para ver a las Mantas.
Una vez ya en el agua las Mantas no tardaron en llegar.

La verdad es que fue impresionante, les pudimos dar de comer a estos bichos que son de un tamaño considerable, y que como cualquier animal salvaje tiene su peligro, el de las rayas son en forma de arpón en la cola que si te lo clavas puede incluso causar la muerte a un hombre.
La siguiente parada fue para ver a los ansiados tiburones. El primero en hacer el reconocimiento de la zona fue nuestro guía, que no entiendo el porqué causaba estragos entre el sector femenino, tampoco entendía muy bien porque todas las féminas intentaban mirar por debajo de su pareo.

Una vez en el agua empezó a tirar comida y los primero en llegar fueron..... los peces.
Pero después de los peces llegaron los tiburones, sedientos de sangre y con ganas de comerse a todos los turistas que estaban detrás de una mísera cuerda. Pero al final parece que la cuerda (muy fina por cierto) aguantó las embestidas de estos escualos y nadie sufrió herida alguna.

Nuestro segundo día llegaba a su fin, y con ello casi la estancia en la Polinesia. Al día siguiente nos volvíamos para España al atardecer, así que lo dedicamos a bañarnos en la Laguna y disfrutar de esta isla paradisiaca.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Polinesia - Bora Bora

A 260 Kms. de Tahití, los montes Otemanu, Pahia y Hue brotan en medio de un inmenso lago tan solo a un paso. La Isla de Bora Bora (10 Kms. de largo y 4 de ancho) toda cubierta de verde contrasta con el azul y turquesa del lago. Continuamente estaremos hablando de lagos, en realidad son lagunas interiores que forman las barreras de coral. Se dice de la laguna de Bora Bora que es la más bella del mundo, Bora Bora es la perla de La Polinesia.Por fin llegamos a la última isla del viaje, la ansiada y esperada Bora Bora. Ya desde el aire se ve lo increíble que es, una piscina en medio del Océano Pacífico. Las diferentes tonalidades de azul se observan a la perfección, junto con la única entrada que tiene el mar a la laguna. Bora Bora está rodeada por un arrecife de coral que hace que sus aguas sean como una balsa de aceite.
Aterrizamos en un Motu, que son las islitas que rodean a la principal, justo al lado del arrecife.
Bora Bora tiene playas de arena coralina, sin olas, bañadas por un mar de tintes exquisitos. Estas playas se ubican en los motu del arrecife y, en la isla central, en el sector de Matira.
El traslado al hotel evidentemente se hace en barco, nos dirigimos a Matira Point.
El hotel realmente fantástico, hicimos el esfuerzo de alojarnos en un bungalow sobre el agua. La verdad es que vale la pena hacerlo en Bora Bora.
Lo primero que hacemos es darnos una vuelta por el hotel para localizarlo todo. Seguidamente vemos que el hotel tiene un recinto vallado y detrás de esas vallas se encuentran un
montón de animales.
Pero pensé que mejor que verlos desde detrás de la valla, era mucho mejor verlos dentro de la valla y allí que me metí.

Tortugas, peces de colores, una manta y un tiburón pequeño era la fauna que había en la pequeña piscina del hotel y lo mejor es que dejaban bañarse con estos animales. Las fotos subacuáticas las hice con una cámara de esas de usar y tirar.
Tras el remojón seguimos viendo los alrededores del hotel, y en la recepción nos encontramos con una improvisada fiesta.

Tras la fiesta, decidimos darnos una vuelta por la capital de Bora Bora, Vaitape. La aldea principal no es lo más llamativo de la isla. En su única calle encontrará almacenes, tiendas, bancos, un centro artesanal y el muelle de las naves que van al aeropuerto. Incluso tienen un cajero automático !!!!


Después de hacer unas compras, volvimos al hotel donde preguntamos algún lugar donde cenar y nos recomendaron el Bloody Mary's, cena no muy cara a base de pescado y marisco, muy bien decorado y como todo en la Polinesia con muchísima amabilidad.

El primer día tocaba a su fin.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Polinesia - Moorea

Moorea es la isla de más fácil acceso desde Tahiti. Apenas 18 km de mar las separan. Desde la costa de Tahití se ve Moorea.
Nosotros cogimos un avión de Air Tahití que en apenas 7 minutos hace el vuelo. También se puede acceder a Moorea a través de Catamaranes, donde la travesía dura unos 30 minutos o en el Ferry que es la opción más económica, aunque claro tardas mucho más, alrededor de 1 hora.
Una vez dejado el equipaje nos ponemos a visitar la isla. Al ser bastante más pequeña que Tahití en un rato le puedes dar la vuelta en un coche.Cumbres de formas caprichosas y valles escarpados caracterizan a Moorea. En la costa norte, dos profundas bahías (Cook y Opunohu) penetran como fiordos en el macizo montañoso. Y es justamente a lo largo de esta costa norte que se ubican la mayoría de los hoteles y sitios turísticos.
Moorea tiene playas de arena coralina y es tal vez la isla con mayor riqueza cultural: artesanía, tatuajes, espectáculos folclóricos, galerías de arte.
Moorea es una de las islas con mayor belleza y vale la pena recorrerla. Un camino pavimentado circunda la costa (60 km). No existe servicio de transporte público pero si te alojas en un buen hotel, no hay porque preocuparse ya que existe un servicio de taxi privado del hotel.
Después de un primer contacto con la isla nos fuimos a descansar y a disfrutar del hotel, que en estos sitios también vale la pena hacer el vago.
Acabada la tarde tumbados a la bartola y tostándonos al sol, decidimos ir a cenar a un restaurante típico polinesio. Nos dirigimos a la recepción y preguntamos un realmente bueno y que no fuese turístico. Nos aconsejaron Chez Pierre, Lo he buscado por internet y no sale, no se si porque ya no existe o porque era tan auténtico que ni siquiera tiene página web.
El restaurante era una cabaña donde paredes y techo eran de hojas de plátano. Allí degustamos una cena típica polinesia hecha en el horno. La cocina polinesia está cocinada envuelta en hojas de plátano y con leche de coco y luego la tapan con mantas y la cubren de arena. Todo tiene que estar muy bien envuelto para que luego al degustarlo no nos encontremos masticando parte de carne y parte de arena.
Allí degustamos el pan de plátano, el cerdo con salsa agridulce, pescado marinado, licor de piña. Todo tiene un sabor afrutado ya que allí las frutas son elementales para la cocina.

Al día siguiente nos decidimos a hacer una excursión por toda la isla para que nos enseñasen todo. Existen varios operadores que hacen excursiones de un día y vale la pena. Nuestro 4x4 estaba preparado para la acción. La primera parada fue la bahía de Cook. Desde allí se ven los escarpados picos volcánicos, entre éstos el Mouaputa, horadado en la cima, el Mouaroa o Diente de Tiburón y el abrupto Rotui.Después fuimos a ver la bahía de Opunohu separada de la anterior por el monte Rotui, es mucho más tranquila y despoblada, conservando su encanto natural. Más tarde nos adentramos en el interior para ir al mirador de Belvedere, donde podemos observar las dos bahías. Tras el mirador nos fuimos a ver la aldea de Pao Pao, donde se puede ver el mercado, tiendas y restaurantes y luego nos llevaron a degustar los típicos licores de frutas en una destilería. El mejor sin duda el de piña. Moorea es el principal productor de piñas enanas de toda la polinesia.
La guinda del pastel iba a ser la caminata a la cascada Afaeraitu a la que se accede por una subida pronunciada tras una hora y media. La cascada es bastante alta pero no lleva demasiada agua. Pero igualmente uno no podía dejar pasar la oportunidad y allí que me bañé.
Después de la cascada hicimos un último alto en el camino para ver la playa de Temae, está cerca del aeropuerto y es quizás la más bonita de Moorea, está entre las dos bahías y tiene bastante coral, pero predomina el azul turquesa del agua.
Se acababa el día, pero nos quedaba otro para disfrutar de la isla y de sus playas. Os recomiendo una cosa que no pudimos hacer y es nadar con los delfines, esto lo hacen en el Moorea Dolphin Center, en el Hotel Intercontinental. Se necesita reservar con tiempo ya que está siempre lleno, como nosotros nos dimos cuenta tarde pues nos tuvimos que fastidiar, pero si algún día vais a esta maravillosa isla no os lo podéis perder.

martes, 28 de octubre de 2008

Polinesia - Tahití

Aquí estoy de nuevo, esta vez con uno de los lugares más exóticos en los que he estado.

La Polinesia francesa son un conjunto de 118 islas que están divididas en varios archipiélagos, las Islas de la Sociedad que son las más conocidas de todas, las Islas Marquesas, Islas Tuamotu, Islas Gambier y las Islas Australes.
Tahití pertenece a las Islas de la Sociedad y es quizás la más conocida de todas las islas de la Polinesia.
Tahití se divide en dos islas, Tahiti Nui o Gran Tahití, ubicada al nortoeste y Tahiti Iti o Pequeña Tahití, ubicada al sureste.
El pintor francés Paul Gauguin vivió en Tahití en los años 1890, plasmando en sus obras los paisajes y las gentes de la isla. Hoy, la villa de Papeari tiene un pequeño museo con obras de Gauguin.
Desde luego si quieres olvidarte del mundo y de todo el ajetreo diario cualquiera de estas islas te servirá para oxigenarte y darte uno o varios respiros.
En la Polinesia todo ocurre muy despacio, allí la palabra prisa no está dentro de su diccionario, así que para todo tendrás que tener mucha paciencia, y la verdad es que si estás de vacaciones... que prisa tienes.
La Polinesia está situada en el Pacífico Sur, con un clima envidiable y muchas horas de sol, su flora es típicamente tropical, donde se destacan los árboles de mango, papayas, cocoteros, bananeros, piñas y un largo etcétera de árboles frutales a los que añadimos flores de todos lo colores y tamaños, así con tantas flores no es de extrañar que el emblema de Tahití sea una gardenia.
Para llegar hasta Tahití nosotros hicimos un alto en el camino en California, pero esto ya lo pondremos otro día. Desde Los Ángeles hasta Papeete son 8 horas de vuelo.
Llegamos de madrugada al aeropuerto de Faaa y lo mejor fue que mientras el sol salía a nosotros nos recibían con un collar de flores.
Papeete es la capital de Tahití, es probablemente la ciudad más cosmopolita de toda la Polinesia, su nombre significa "canasta de agua". Se ubica en la bahía que bordea la costa norte de Tahití y constituye un importante puerto del Pacifico Sur, es sede de los bancos y principales industrias.
Lo primero que fuimos es al hotel a descansar un poquito y a luego la magnifica piscina para darnos un bañito relajante.
Una vez descansados cogimos el primer autobús hacia la capital. Lo primero que fuimos a visitar fue el mercado, que desde luego no os lo podéis perder.
El mercado es el verdadero polo de atracción de la ciudad, con su alma única, y su historia. La animación es perpetua, y el ambiente está a tope todos los días desde las 4 de la mañana hasta las 6 de la tarde. En sus más de 7000 m2, ofrece al visitante un abanico completo sobre la auténtica vida polinesia.
Fruteros, verduleros, carniceros, pescaderos y floreros dan vida a este singular mercado. En el apartado de las flores no os podéis perder los puestos de las orquídeas, cuyas variedades locales se cuentan entre las más escasas y más bellas del mundo.

En el primer piso se encuentran los puestos de los artesanos que vienen del resto de las islas para ofrecer sus trabajos. Allí podréis encontrar sobretodo tallas de madera, donde el "producto" estrella son los tiki, dioses de los maories.
No tengas prisa por nada y recorre todo el mercado ya que vale la pena, recorrerlo y tomárselo con calma.
Después del mercado nos acercamos a ver el Museo Pearl, donde se pueden observar las muestras más representativas de la cultura maorí.
Luego paseando por el centro de Papeete vemos que hay bastantes tiendas que se dedican a la venta de perlas. El cultivo de perlas negras es también una fuente sustancial de ingresos. La mayoría de las perlas son exportadas a Japón, Europa y los Estados Unidos.
Los precios os lo podéis imaginar, bastante caros. Pero la verdad es que pedimos que nos enseñaran unas piezas y pudimos ver la belleza de las perlas negras.
Cansados de tantos paseos, nos dirigimos al hotel, donde nos tenían reservada una sorpresa (eso pasa cuando no te lees las actividades diarias). Fiesta y baile polinesio.

El día llegaba a su fin.

A la mañana siguiente, nos despertamos tranquilamente, ya sabemos que aquí no hay prisa, con lo cual nos lo tomamos con calma, y que mejor que ir a la playa para no estresarnos? Pues eso a la playa....
No os esperéis playas de arena fina y blanca como las del Caribe, para nada son iguales. Aquí la arena es negra, y eso es normal ya que todo el archipiélago es de origen volcánico, con lo cual las playas tienen restos de granito y por lo tanto son negras.

La verdad es que dos días dan para poco para una isla que merece por los menos dos días más para poder ver todo lo que nos ofrece, pero así es el tiempo que no es infinito. El resto del día lo dedicamos a disfrutar del mar, el sol, los peces el buen tiempo y a comer hamburguesas de Mai Mai (pez típico de la Polinesia).
El problema de visitar este tipo de lugares es que te apetece conocer la cultura indígena y también disfrutar de las playas y el agua cristalina que te ofrece.
Después de pasar el resto del día y con otra fiestecita polinesia en el hotel, solo nos quedaba decir Onana (adiós) a Tahití. A la mañana siguiente volabamos a Moorea.