El viaje no se hace para nada pesado, para mi el ir viendo ese paisaje tan verde gracias a las extensiones de arrozales, es sin duda digno de ver. La pena es que nuestro amigo monchi seguía con nosotros, y pensábamos que el día en Halong iba a quedar deslucido.
Llegamos sobre las 10 de la mañana y la primera visión que tuvimos de Halong fue su puerto.
Dentro de las leyendas vietnamitas, Halong se formó porque un dragón dejó ir sus perlas encantadas, para así poder poner trabas al ejército chino que quería invadir Vietnam por el mar. Sea como fuere, gracias al dragón o a la naturaleza misma, la Bahía de Halong es toda una maravilla.
A las 10:30 están programadas casi todas las salidas en barco para visitar la Bahía. Disponíamos un barco para nosotros solos, me pareció una exageración, pero mira así todo es más íntimo. El crucero dura 5 horas, aunque existen cruceros donde pasas el día completo incluso te puedes quedar a dormir en un barco-hotel. Los barcos todos tienen en la proa el símbolo del dragón, uno de los animales sagrados para los vietnamitas, junto con el tigre, la tortuga y el ave fénix.
Y sucedió lo que no me esperaba, justo cuando entrábamos en el barco para empezar el crucero, dejó de llover. Seguía muy nublado, pero por lo menos podíamos salir fuera del barco para ver el espectáculo.
El agua estaba en su punto, y el paraje ideal para el baño. Después del chapuzón nos habíamos ganado los deliciosos manjares que nos sirvieron. Gambas tigre, cangrejo, y guisos varios vietnamitas regado con un delicioso vino blanco de la borgoña y de postre un buen plátano. Un festín digno de un rey. Después seguimos el crucero ya de vuelta al puerto, por el camino vimos otro pueblo flotante al lado de la isla de los enamorados. Son dos islitas pagadas una a la otra.
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