las vacas sagradas en todas las calles, hay de ti como se te ocurra matar una vaca en un accidente, la multa es bastante grande.
Llegamos al Ghat principal y ya estaba lleno de gente, tuvimos suerte y cogimos un buen sitio en una de las barcas que están en el río Ganges. Pero nada comparado como lo que a los pocos minutos íbamos a ver. Gente para regalar y vender, yo pensaba que no podíamos caber tantas personas en tan poco sitio.
Mientras esperas la ceremonia, los hindúes te van vendiendo comida, bandejitas (una especie de barquitos) con velas para hacer ofrendas, las enciendes y las dejas en el río.La ceremonia es digna de ver, a mi personalmente me encantó. Como ya he dicho antes es todo místico, no sabría explicarme mejor pero quizás es lo que más me impresionó de toda la India, bueno Taj Mahal aparte. Al finalizar la ceremonia vale la pena esperar media horita hasta que se despeje un poco el panorama, nosotros no lo hicimos y nos metimos en medio del río de gente, fue agobiante, eso sin olvidar que en medio de la muchedumbre los vendedores ambulantes intentan hacerte cliente y si te tienen que acompañar durante 500 metros dándote la paliza, lo hacen.
Al día siguiente nos levantamos temprano para ver amanecer en el río Ganges. Fuimos al mismo Ghat anterior y allí alquilamos una barca para dar un paseo.
Varanasi parece que nunca duerme siempre hay bullicio, por la noche las ceremonias y por la mañana los quehaceres diarios. El amanecer....sobran las palabras En todos los ghats hay gente comprando, vendiendo, bañándose es una ciudad llena de vida...y de muerte.
Esta última foto corresponde al ghat crematorio, allí van todos los muertos a convertirse en cenizas, en principio no dejan hacer fotos, pero uno se hace el longui... parece que apuntas a otro sitio y zas !!!!, conseguido. Allí bajamos de nuestro paseo y lo que si se puede hacer es visitarlo, abstenerse personas que no lleven bien lo de ver a muertos. Yo vi como se estaba quemando un trozo de pierna y entre la vista y el calor la verdad es que no es muy gustoso.
Después de visitar el crematorio, nos dimos un paseo andando por las callejuelas de la ciudad, y sobretodo recuerdo su olor, sin duda alguna bastante malo y que se te mete dentro y tardas horas en olvidarlo. Se puede pasear y ver por fuera una mezquita musulmana, a la que tienen prohibida la entrada los turistas ya que es objetivo de los hindúes radicales, ya ha sufrido un atentado y siempre se espera otro.
Por último visitamos la universidad de Varanasi, y algunos templo menores. Después nos fuimos al hotel a disfrutar por primera vez de la piscina. Al día siguiente volvíamos a Barcelona.
Las vacaciones siempre duran poco, pero al mismo tiempo cuando regresas ya empiezas a pensar cual será tu próximo destino.