De repente el barco se para, y el patrón echa el ancla. Joder ya hemos llegado, empiezan a asaltarte las dudas, la jaula esta no parece muy fuerte, seguro que no aguanta a un bicho de 5 metros, además esto seguro que no ha pasado la inspección de la CE número 2749.
El patrón empieza a dar los números de salida, en este caso de bajada, me toca el tercero. Bueno si se come al primero ya no tendrá más hambre.
El patrón saca una cabeza enorme de atún y la lanza al mar, pero la primera en morderla es la astuta gaviota que había esperado pacientemente hasta ese momento.
Transcurridos 5 o 10 minutos vemos una sombra a lo lejos que se va acercando lentamente, y al minuto ya lo tenemos aquí entre nosotros. Entre 4,5 y 5 metros de pez y no se porque me parece que tiene cara de mala leche, seguro que no ha desayunado bien.
No tengo palabras para describiros lo que viví esos 15 minutos bajo el agua, una carga de adrenalina total, que solo años después fue superada cuando me lancé en paracaídas. Desde luego cuando lo ves cara a cara te parece mucho más grande. El tiburón me regaló un coletazo en la jaula, supongo que de bienvenida.
Luego al subir intenté captar una imagen del tiburón para ver si uno se podía imaginar sus medidas, y esto es lo que capté.
El día se pasó volando, recogimos el ancla y volvimos a puerto, sin antes ver una ballena que salió del agua inesperadamente y se volvió a zambullir, como cuando nosotros nos tiramos a la piscina en bomba, espectacular. Como fue inesperado, esa imagen no la logré capturar, pero para mi se quedará siempre en el recuerdo.
Volvimos a Ciudad del Cabo y nos dio tiempo a visitar el barrio musulmán, uno de los más pintorescos que tiene Ciudad del Cabo.
Al día siguiente volábamos hacia Sun City, última parada de nuestro viaje.