Como podéis observar en las fotos se ve el cristal de nuestro coche justo delante de los rinocerontes. Estos animales no ven un pimiento pero tienen un oído y un olfato que suplen la falta de vista, así que en el 4x4 todos estábamos calladitos no fuese que se enfadasen.
Seguimos nuestra ruta y por fin vemos la manada de leones con toda su camada.
Así acababa nuestro día con la mejor estampa que podía soñar. Habíamos logrado ver a los cinco grandes mamíferos de África.
Volvía a sonar el despertador a las 5 de la mañana, la verdad es que estaba muy triste, era nuestro último día en Mala Mala, si bien tenía muchas ganas de continuar el viaje, sentía mucha tristeza por el hecho de dejar aquel parque tan maravilloso que además nos habían tratado tan bien.
El día nos iba a deparar muchas "piezas", pero quizás una que no por ser muy espectacular era difícil de fotografiar. El antílope sable.